miércoles, 17 de febrero de 2010

Los mandamientos indios

Al igual que en otras muchas religiones, el pueblo indio poseía sus propios mandamientos, los cuales eran premisas fundamentales que regían todos los actos de su vida


Tus mandamientos religiosos fueron escritos en tablas de piedra por el dedo flameante de un dios enfadado. Nuestra religión fue establecida por las tradiciones de nuestros ancestros, y los sueños que les fueron dados a nuestros mayores durante las horas de silencio nocturno por el Gran Espíritu y las premoniciones de los sabios escritas en el corazón de todos los hombres.

No necesitamos iglesias, porque todo lo que se discuta sobre Dios no nos interesa. Muchas cosas se pueden discutir sobre el hombre, pero nunca sobre Dios. El hombre blanco pensó regular la naturaleza y cambiarla según sus ideas.

Nunca fue comprendido por el piel roja. Nosotros creemos que el Gran Espíritu ha creado todas las cosas. No sólo la humanidad, sino también los animales, las plantas y las rocas. Todo en la tierra y entre las estrellas tiene alma verdadera y toda vida es sagrada.

Pero tú no comprendes nuestras oraciones cuando se dirigen al sol, la luna y el viento. Nos has juzgado sin comprendernos. Sólo porque nuestras oraciones son diferentes. Pero somos capaces de vivir en armonía con toda la naturaleza. Toda la naturaleza está dentro de nosotros y nosotros somos parte de la naturaleza.

Jefe Nube Blanca





Trata la Tierra y a todo lo que hay en ella con respeto.

Muestra gran respeto por tu semejante.

Trabaja junto para el beneficio de toda la Humanidad.

Da asistencia y cariño donde se necesite.

Haz lo que creas que está bien.

Mira después el bienestar del cuerpo y la mente.

Dedica una parte de tus esfuerzos al bien común.

Sé sincero y honesto siempre.

Hazte responsable de tus actos.

Misterios de piedra: Stonhenge

Stonehenge es un monumento neolítico, tipo Crómlech, de la Edad del Bronce situado cerca de Amesbury en Wiltshire, Gran Bretaña, unos trece kilómetros al norte de Salisbury.  

Stonehenge está conformado por grandes bloques de piedra distribuidos en cuatro circunferencias concéntricas; la exterior, de treinta metros de diámetro, está formada por grandes piedras rectangulares de arenisca que, originalmente, estaban coronadas por dinteles, también de piedra, quedando hoy en día sólo siete en su sitio. Dentro de esta hilera exterior se encuentra otro círculo de bloques más pequeños de arenisca azulada. Éste encierra una estructura con forma herradura construida por piedras de arenisca del mismo color, en su interior permanece una losa de arenisca micácea conocida como «el Altar». 



Todo el conjunto está rodeado por un foso circular que mide 104 m de diámetro. Dentro de este espacio se alza un bancal en el que aparecen 56 fosas conocidas como los «agujeros de Aubrey». El bancal y el foso están cortados por «la Avenida», un camino procesional de 23 metros de ancho y tres kilómetros de longitud, aproximadamente. Cerca se halla la «Piedra del Sacrificio». En frente se encuentra la «Piedra Talón». Está compuesto de un gran círculo de grandes megalitos cuya construcción se fecha hacia el 2500 a. C. El círculo de arena que rodea los megalitos está considerado la parte más antigua del monumento, habiendo sido datada sobre el 3100 a. C.  

En su comienzo era un monumento circular de carácter ritual rodeado por un talud y un foso, de modo similar a muchos otros situados en el sur de Inglaterra. 

Finalmente el monumento tomó su aspecto actual, para lo cual transportaron 32 bloques de arenisca desde las montañas de Preseli, al suroeste de Gales y la piedra del «Altar» fue traída desde una región cercana a Milford Haven.
Stonehenge era parte de un complejo ceremonial mucho más grande, que incluía círculos de piedra y de madera y avenidas ceremoniales. Las excavaciones realizadas por el proyecto Stonehenge Riverside, dirigido por el arqueólogo Mike Parker Pearson de la Universidad de Sheffield, permitieron encontrar muy cerca de Stonehenge, un asentamiento de cerca de mil casas. De acuerdo con las evidencias encontradas, estas casas solamente se usaban unos días al año y no se trataba de una aldea habitada permanente.

A poco más de tres kilómetros de Stonehenge, en Durrington Walls, fue encontrado un amplio trabajo circular en el terreno, veinte veces más extenso que Stonehenge, rodeado por una zanja y un banco. Allí estuvo levantada una construcción de madera, ahora denominada Woodhenge, con un diseño similar al de Stonehenge y construida en el mismo siglo.

Woodhenge estaba unido al río Avon por una avenidas ceremonial recubierta de pedernal. 

La finalidad que tuvo la construcción de este gran monumento se ignora, pero se supone que se utilizaba como templo religioso, monumento funerario u observatorio astronómico que servía para predecir estaciones.

En el solsticio de verano, el Sol sale justo atravesando el eje de la construcción, lo que hace suponer que los constructores tenían conocimientos de astronomía. El mismo día, el Sol se oculta atravesando el eje del Woodhenge, donde se han encontrado multitud de huesos de animales y objetos que evidencian que se celebraban grandes fiestas, probablemente al anochecer.



Han sido encontrados 240 entierros de restos humanos previamente cremados, datados entre el año 3030 y 2340 adC. Dado el poco número de entierros para un período tan largo, se estima que no se trata de un cementerio para la generalidad de los muertos sino para determinadas personas escogidas. Para los paganos, la piedra significaba la muerte y Stonehenge podría haber sido utilizada junto con Woodhenge en ceremonias religiosas de culto a los muertos y a la vida tal vez simbolizada por el círculo de madera. 
 
Primero fueron los monjes tibetanos, después los aborígenes australianos y después los descendientes de los mayas, quienes han cruzado el océano para llevar su ritual a Stonehenge. La ceremonia en el monumento megalítico del suroeste de Inglaterra ha servido para que esta cultura mesoamericana rinda tributo por primera vez en Europa a los rayos del Sol.

Stonehenge fue uno de los nominados en el concurso de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, sin embargo, no fue escogido.











Año nuevo, vida nueva

En las primitivas sociedades agrarias, el curso de las estaciones, desde la temporada de la siembra hasta la cosecha anual, revestía una significación mucho más considerable que la de hoy, puesto que era la actividad principal de la comunidad, que trabajaba casi exclusivamente para asegurar la supervivencia de sus miembros.
Los antiguos prestaban especial atención a la época que consideraban el inicio del ciclo, cuando la duración de los días empezaba a aumentar en el hemisferio norte alrededor de la fecha que hoy llamamos 21 de diciembre hasta alcanzar su máxima duración, seis meses más tarde.
El inicio de un nuevo año ha sido desde siempre para los hombres una ocasión de renovar aspiraciones, esperanzas y proyectos, así como una oportunidad de rogar a los dioses un tiempo propicio para sus cosechas.
A ese período de alrededor de 365 días y cuarto, que corresponde a un giro de la Tierra alrededor del Sol, las comunidades prehistóricas indoeuropeas lo llamaron at-no, palabra que dio lugar en latín a annus y en las lenguas romances a año en español, an en francés, ano en portugués, any en catalán y anno en italiano, entre otras.

El día de Año Nuevo es la más antigua y universal de las festividades religiosas. Curiosamente, su historia comienza en una época en la que aún no existía un calendario anual. El tiempo transcurrido entre la siembra y la cosecha representaba un “año” o ciclo.

La fiesta de Año Nuevo más antigua que se ha registrado se cele­braba en la ciudad de Babilonia, cuyas ruinas se alzan cerca de la mo­derna ciudad en Irak. Se situaba a fines de marzo, en el equinoccio vernal o de primavera, esto es, al comenzar esta estación, y los actos festivos duraban once días. Los festejos modernos palide­cen si se comparan con ellos. Los iniciaba un sumo sacerdote que, ha­biéndose levantando dos horas antes del alba y tras bañarse en las aguas sagradas del Éufrates, ofrecía un himno al dios local de la agri­cultura, Marduk, orando para pedir un nuevo ciclo de cosechas abundantes. Se pasaba la grupa de un carnero decapitado por los muros del templo, a fin de absorber todo contagio que pudiera infestar el sa­grado edificio y, por extensión, la cosecha del año siguiente. La cere­monia recibía el nombre de Kuppuru, palabra que apareció entre los hebreos casi al mismo tiempo, en su día de Reparación, o Yom Kippur.

Tanto desde el punto de vista astronómico como del agrícola, enero es el peor tiempo para comenzar simbólicamente un ciclo agra­rio o Año Nuevo. El sol no se encuentra en un lugar adecuado del cielo, como ocurre en los equinoccios de primavera y otoño y en los solsticios de invierno y verano, los cuatro acontecimientos solares que ponen fin a las estaciones. El traslado de este día sagrado se inició con los romanos.

Según su antiguo calendario, los romanos consideraban el 25 de marzo, comienzo de la primavera, como el primer día del año. Sin embargo, los emperadores y los altos funcionarios alteraron repeti­damente la longitud de meses y años para ampliar el tiempo de sus mandatos. Las fechas del calendario guardaban tan poca sincroniza­ción con los hitos astronómicos en el año 153 a.C., que para fijar con seguridad numerosas ocasiones de tipo público el Senado ro­mano declaró el 1 de enero primer día del año. A continuación se produjeron nuevas alteraciones de fechas, y para iniciar de nuevo el calendario el 1 de enero, en el año 46 a.C. Julio César tuvo que prolongar el año hasta 445 días, por lo que se conoce en la historia como “Año de la Confusión”. El nuevo calendario creado por César fue llamado en su honor calendario juliano.

Después de la conversión de Roma al cristianismo en el siglo IV los emperadores siguieron organizando celebraciones de Año Nuevo. Sin embargo, la naciente Iglesia abolió todas las prácticas paganas (es decir, no cristianas), y por tanto condenó estas festividades como es­candalosas y prohibió a los cristianos su participación en ellas. A me­dida que la Iglesia consiguió conversos y poder, planificó estratégica­mente sus propias fiestas para competir con las paganas, en muchas ocasiones aprovechándose de su popularidad. Para rivalizar con la fiesta de Año Nuevo el 1 de enero, la Iglesia estableció su propia fes­tividad en la misma fecha, la Circuncisión del Señor, que todavía ob­servan católicos, luteranos, episcopalianos y numerosas Iglesias orto­doxas de Oriente.

Durante la Edad Media, la Iglesia se mantuvo tan hostil al antiguo Año Nuevo pagano, que en las ciudades y países predominantemente católicos esta celebración desapareció por completo, Y cuando perió­dicamente volvía a resurgir, quedaba relegada al olvido en poco tiempo y casi en todas partes. En cierta época, durante la Baja Edad Media desde el siglo XI al XIII, los británicos celebraban el Año Nuevo el 25 de marzo, los franceses el domingo de Pascua, y los italia­nos el día de Navidad, que era entonces el 15 de diciembre; sólo en la Península Ibérica se observaba el 1 de enero. La aceptación general de esta fecha sólo data de los últimos 400 años.

La Nochevieja

Desde tiempos muy antiguos ésta ha sido la más bu­lliciosa de las noches. Para los antiguos agricultores europeos, los espíritus que destruían las cosechas por medio de enfermedades eran barridos durante la no­che que precedía al Año Nuevo con un gran concierto de cuernos y tambores. En China las fuerzas de la luz, el Yang, derrotaban anual­mente a las fuerzas de la oscuridad, el Yin, cuando en esta noche má­gica la gente se congregaba para hacer sonar platillos y detonar petar­dos. En Norteamérica, fueron los holandeses en su colonia de Nueva Amsterdam en el siglo XVII, quienes originaron las modernas cele­braciones de la Nochevieja, aunque es posible que los indios nativos de esas tierras les hubieran dado un ruidoso ejemplo en este sentido y con ello hubieran allanado el camino. Mucho antes de que llegaran los colonos al Nuevo Mundo, la fiesta de Nochevieja era observada por los indios iroqueses, que la relacionaban con la cosecha de maíz. Reuniendo ropas viejas, útiles caseros de madera, maíz y otros cereales los indios arrojaban estas posesiones del año anterior en una gran hoguera, con lo que significaban el comienzo de un Nuevo Año y una nueva vida. Era una costumbre antigua tan literal en su significado, que los eruditos de épocas muy posteriores no tuvieron que especular sobre su sentido.

Los colonos norteamericanos presenciaron la anárquica celebración anual de la Nochevieja por los indios y su conducta no fue mucho más austera, si bien la escasez de ropas, muebles y comida les impedía encender hogueras. En la Nochevieja de 1775 los festejos que se celebraron en la ciudad de Nueva York fueron tan ruidosos, que dos meses más tarde las autoridades prohibieron los petardos, las bombas de fabricación casera y el uso de las armas de fuego personales para conmemorar los futuros comienzos del Año Nuevo.

Documentales de Historia

A menudo, la parrilla televisiva no ofrece al espectador contenidos que despierten nuestro interés. La apatía se instala en nosotros, mando en mano, buscando infructuosamente algo entretenido a la par que interesante. Para estos momentos que nos sentimos espectadores forzosos de la telebasura hemos de agradecer las webs y los blogs que nos seleccionan de la red los mejores documentales para completar nuestros conocimientos sobre la historia  y sobre la especie a la que pertenecemos. 
A continuación os enlazo un blog con una gran selección de documentales de historia de diferentes épocas y temáticas para ver online.

Combatiendo la TeleBasura!



 http://documentalesdehistoria.blogspot.com

Homosexualidad ritual en Melanesia

Melanesia es un territorio geográfico de decenas de miles de kilómetros cuadrados, desde Islas Fiji por el Este hasta las islas cercanas a la costa Irian Jaya por el Oeste.

Lo habitan entre 700 y 1000 variantes culturales diferentes y el número de lenguas y dialectos que se hablan supera las 2000, por lo que un estudio de cualquier tipo sobre sus pobladores es una tarea complicada. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX y sobretodo el XX, Melanesia ha sido un foco muy importante de interés antropológico.

Que la homosexualidad existe en Melanesia, está fuera de toda duda, si bien la sexualidad en general y la homosexualidad en particular deben ser analizadas como parte de una tradición global, contextual y social, pues en un mismo individuo se encarnan significados culturales y deseos personales.

Por esta razón, las prácticas homosexuales melanesias son un fenómeno diferente al del individuo homosexual occidental y esto aunque, en Melanesia, podría hablarse incluso de relaciones homoeróticas entre individuos del mismo sexo. Estas relaciones están siempre estructuradas por edad, que es la variable clave que las define, como en el ritual del muchacho y su mentor o "inseminador".

No todas las culturas melanesias practican la homosexualidad; el antropólogo Herdt, las sitúa entre un 10% y un 20%, existiendo gran diversidad en los rituales. Layard, otro antropólogo, llama a estos grupos "sociedades admiradoras de hombres" y "comunidades de compañeros". Viven en poblados pequeños y con pocos habitantes, y existe un gran desequilibrio a favor de los varones frente a las mujeres así como una baja tasa de fertilidad, factores que pueden estar relacionados con su cultura de la sexualidad.

Practican admisiones ceremoniales celebradas para un cierto número de candidatos, siempre masculinos y de pertenencia obligatoria. Esta iniciación sitúa a los muchachos en sociedades secretas de hombres de las que las mujeres y los niños están totalmente excluidos. Suele producirse antes de la pubertad e indica también una separación de la madre, del hogar y de los compañeros de juegos.

En suma, un rito de paso con toda la fuerza del tabú, tan característica de las sociedades exóticas, donde la tecnología o la economía se han mantenido en grados de desarrollo ínfimos. El acto homosexual incorporará al muchacho al nuevo grupo, con un estatus nuevo. Desde el punto de vista de los nativos, la meta clave del contacto sexual es la "inseminación", es decir, introducir el esperma en el cuerpo del muchacho para que pueda crecer, lo que actúa como función social para el mantenimiento del culto, la obediencia a la autoridad, el desarrollo de la agresividad y la definición antagónica frente a las mujeres.

Sobre la parte erótica de la homosexualidad ritual,algo resulta obvio como indica Herdt: sin deseo erótico, excitación y consumación es imposible cualquier acto sexual. Deberíamos de tratar de entender mejor cómo la fluidez de la condición humana permite este tipo de sexualidad melanesia. La erótica de la vida cotidiana en Melanesia está relacionada con nociones de identidad pues, en estas sociedades, los hombres tienen que recurrir a un conjunto de sensibilidades emocionales y cognitivas para crear vínculos entre ellos, de forma parecida a cómo los hombres y las mujeres utilizan nociones de amor romántico en los matrimonios de libre elección en la cultura occidental.

Estudiar todas las culturas melanesias que practican la homosexualidad ritual masculina sería una tarea excesiva, pero en la red podemos encontrar una  amplia muestra de rituales homoeróticos, aún sabiendo que la imagen que se proporciona es parcial puesto que es necesario entenderlos en medio de otros ritos practicados por los pobladores de melanesia y que regulan otras facetas de su modo de vida. 





La homosexualidad, bien sea ritual o como aspecto común de la vida cotidiana, no es exclusiva de los tiempos modernos. En el mundo antiguo (Egipto, Grecia, Roma, etc) es un hecho abundantemente documentado. Las fuentes históricas disponibles sobre la práctica homosexual en la antigua Roma, sus actitudes y acep`tación del hecho son abundantes. Hay obras literarias, poemas, grafitos y comentarios sobre las predilecciones de todo tipo de personajes, incluso emperadores solteros y casados.

En la Grecia clásica, las representaciones gráficas son más escasas y, aunque el término homosexualidad no tiene una traducción específica, parece ser que la bisexualidad era la norma.

Como dato curioso encontramos que en la antigua Roma las relaciones homosexuales se establecen como interacciones amo/esclavo. Usar a los esclavos para la satisfacción sexual era considerado legítimo, incluso en contra de los deseos del esclavo. Era aceptable que un ciudadano romano adulto penetrara a su esclavo, hombre o mujer, pero no estaba bien visto que él fuera el penetrado.



También en el antiguo Egipto encontramos abundante documentación sobre la homosexualidad. En 1964, en la necrópolis de Saqqara, un arqueólogo descubrió una tumba donde se representaban escenas de la vida cotidiana en pareja de manicuros (Niankhkhnum y Khnumhotep) incluso abrazándose afectuosamente. Habían estado empleados en el palacio del Rey Niuserre (quinta dinastía) alrededor de 2.400 aC. Las imágenes de estos dos hombres en la tumba eran muy similares a las de matrimonios heterosaencontrados en otras tumbas del mismo período.





La sexualidad en general y la homosexualidad en particular deben ser analizadas como parte de una tradición global, contextual y social, pues en un mismo individuo se encarnan significados culturales y deseos personales. Es un hecho documentado desde tiempos remotos, en las más dispares sociedades y culturas, con diferentes grados de aceptación según la moralidad dominante en la época. Los ritos y los tabúes relacionados con la sexualidad, homo o hetero, son una constante en la historia de la humanidad.


martes, 16 de febrero de 2010

La Isla de Pascua y sus misteriosos moáis

En mitad del océano Pacífico, en un extremo de la Polinesia, encontramos una remota isla, la Isla de Pascua o Rapa Nui, una pequeña porción de tierra envuelta en el misterio y la leyenda, desde la historia de sus orígenes hasta su mayor reclamo turístico: los imponentes moáis que rodean su costa.
Aunque los propios nativos denominan a su isla y a ellos mismos Rapa Nui, "isla grande", en la lengua autóctona la isla es conocida como te pito o te henua, "el ombligo del mundo". Según la tradición oral, el pueblo rapanui habría llegado a esta isla desde Hiva (teórico continente perdido en el Pacífico) guiados por Hotu Matu'a, su primer ariki o rey, hacia el s. IV dC. 

Como en otras culturas, el akiri reclamaba ascendencia directa de los dioses, su sociedad estaba dividida en tribus y con clases muy estratificadas.

Rapa Nui ha sido considerada uno de los lugares habitados más alejados del resto del mundo. La isla más cercana es Pitcairn, a casi 2.000km, seguida de Chile (país al cual pertenece legalmente) a 3.700km y de Tahití, a 4.100km. Este "aislamiento" ha provocado que las características de su tradición cultural, al igual que la lengua autóctona, se hayan mantenido más puras, aunque los conocimientos ancestrales de su pueblo quedaron en la tradición oral después de la desaparición de la clase sacerdotal, y con ella, de la única escritura de la Polinesia, el rongo-rongo.

El nombre de Isla de Pascua se debe a que el navegante neerlandés Jakob Roggaveen la descubrió en el día de Pascua de 1722. Posteriormente, muchas expediciones llegaron a Rapanui, algunas de ellas causando una reducción drástica de la población. Entre 1859 y 1863, veinte barcos se llevaron más de 1.000 nativos para venderlos como esclavos en las tierras de Perú.

Es uno de los destinos turísticos más exóticos, no sólo por su belleza natural sino también por su misteriosa cultura ancestral cuyos vestigios más representativos son los moáis, enormes esculturas talladas en piedra volcánica que representan extraños personajes. La teoría más aceptada sobre los moáis es la que los convierte en epitafios lapidarios pertenecientes a un culto funerario a los antepasados, pero una vez más la leyenda y el misterio envuelven a la Isla de Pascua.

Los más de 600 moáis tallados por los antiguos rapanui se hallan distribuidos por toda la isla, dispuestos en torno a la costa a modo de límite imaginario. Esculpidos en una sola pieza, su tamaño oscila entre los 4 y los 20 metros. Fueron trabajados en toba del volcán Rano Raraku, en cuya cantera todavía quedan 397 moáis en diferentes fases de acabado. Todo indica que la cantera fue abandonada repentinamente, quedando estatuas a medio labrar en la roca.
En un principio, estas estatuas gigantes llevaban unos copetes de piedra roja sobre la cabeza (Pukao), copetes que pesan más de 10 toneladas y que después de tallados debían ser transportados y levantados a la altura debida para ser colocados sobre las cabezas. No se sabe qué tipo de ingeniería utilizaron para transportarlos por la isla hasta su ubicación definitiva.

Sus rostros aguileños y acusados muestran unas grandes orejas, unos rostros enigmáticos que acrecentan la leyenda.

A continuación, el documental "La isla del fin del mundo" de J.J. Benítez os presentará las claves de esta historia que sólo es una más de la enigmática Historia de la Humanidad. 


Gaia o el culto a la Diosa

Miles de años de evolución no han conseguido entender la relevancia de la mujer, de lo femenino en la visión del mundo. La civilización occidental, inspirada por la visión judeocristiana, desplazó el papel de la mujer, de la Diosa, al responsabilizar a Eva, al cuerpo y a la sexualidad, de la caída de la humanidad.

Con la imposición de las culturas patriarcales se impone la visión masculina sobre el mundo: agresiva, activa y guerrera, más preocupada por el progreso tecnológico que por el respeto al entorno natural, y se establece un período de supremacía masculina sobre el modo de ver y de sentir femeninos. El sometimiento y discriminación de la Mujer y de la Naturaleza durante milenios de nuestra historia han llevado a desvirtuar la conciencia y el poder femeninos, provocando que las propias mujeres creamos que hay algo mal en nosotras, relegándonos a un papel secundario forzado por la violencia y el miedo.

Para recobrar la visión íntegra del mundo hemos de restaurar el poder de la otra mitad, de la dualidad manifiesta en todo lo existente en el universo: el yin y el yang, el cielo y la tierra, lo masculino y lo femenino, las dos fuerzas fundamentales, aparentemente opuestas pero complementarias, que se encuentran en todas las cosas.

Hemos dicho que el desplazamiento del poder de la Diosa como representación de lo femenino proviene de la visión judeocristiana del mundo, pero si retrocedemos en la noche de los tiempos veremos que Gaia, la Diosa Madre o la Gran Diosa, fue venerada bajo diferentes nombres en multitud de mitologías dispares y distantes.

Gaia, o Gea, es la Diosa que personifica a la Tierra en la mitología griega. Como cuenta Hesíodo en su Teogonía, "tras el caos surgió Gea, la de anchos pechos" y de su propio ser, "sin la dulce unión del amor", trajo a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a Ponto, la infructuosa profundidad del mar.

Gea y los Dioses Primigenios procrearon a los Dioses del Olimpo y a todas las criaturas que empezaron a poblar la tierra.

Pero las referencias a esta Gran Diosa, a esta Madre Tierra nutricia, no se limitan a la mitología griega. Etimológicamente Gaia es una palabra formada por dos elementos:
  1. Ge: Tierra (relacionada con la sumeria Ki, que también significa Tierra)
  2. Aia: derivada de una raíz del indoeuropeo que significa Abuela
Por tanto, Gaia vendría a significar "Abuela Tierra".

Gaia como la Madre Tierra es una evolución de la Gran Madre del pre-indoeuropeo, una diosa de la vida y la muerte, generosa pero pavorosa, venerada desde el Neolítico en Oriente Próximo, Anatoli (la actual Turquía) y la zona de influencia de la cultura egea, pero también va más allá de Malta y de las tierras etruscas.

La idea de que la propia tierra fértil era femenina y nutría a la humanidad no se limita al mundo grecorromano y a sus mitologías, ya que estas tradiciones fueron influidas por culturas anteriores, básicamente provenientes de la zona central del antiguo Oriente Medio, cuna de las primeras civilizaciones.

Las religiones ancestrales son representaciones del culto a la fertilidad donde encontramos elementos comunes como el sacrificio periódico de un rey sagrado, reencarnación de un dios que moría y revivía, una deidad solar que llevaba a cabo un matrimonio místico con la Diosa de la Tierra, la cual moría en la cosecha y era reencarnada en la primavera.

Esta leyenda es una constante en casi todas las mitologías mundiales.



Como Madre de la Vida encontramos a la Diosa acadia Kubaba, la sumeria Tiamat, la hurrita Hepa, la hebrea Eva, la frigia Cibeles; en la mitología nórdica la encontramos bajo diversos nombres, el más común Jöró; los celtas irlandeses la veneraban bajo el nombre de Danu mientras que los celtas galeses la llamaban Don; en la mitología hindú era conocida como Dana; en las culturas del Pacífico la Madre Tierra era conocida bajo tantos nombres y con tantos atributos como las culturas que la reverenciaban; también en Sudamérica perdura el culto a la Pachamama (de "pacha": tiempo o época, y "mama": madre en quechua) en lugares como Chile, Bolivia, Ecuador y el noroeste de Argentina, así como los aztecas tenían a la diosa Coatlicue y las antiguas culturas mexicanas a Tonantzin Halli.

martes, 9 de febrero de 2010

Bienvenidos a la Noche de los Tiempos

Por fin: mi primer post de mi primer blog. Un proyecto que lleva rondando mi cabeza durante mucho tiempo: aproximarnos a los orígenes de la civilización humana a través del estudio de las culturas antiguas. 

Este blog tiene como finalidad el descubrimiento de los saberes perdidos de las civilizaciones olvidadas, en distintas épocas y en lugares dispares, para analizar al hombre en su relación con un entorno que el progreso, que no la evolución, ha desnaturalizado.